Pablo Flores del Rosario
Congreso Internacional-Universidad Autónoma de Tamaulipas-Unidad Reynosa
0. Introducción
El proyecto: “El desarrollo del pensamiento crítico y creativo a partir de Filosofía de las matemáticas en el 6º. Grado de educación primaria”, se aplicó en una escuela primaria estatal al oriente del Estado de México, durante el año lectivo 2000-2001. El proyecto se desarrollaba una hora a la semana, durante todo el ciclo escolar, con un grupo de 6º. Grado. Se han hecho otros escritos que dan cuenta del desarrollo del proyecto. Para este escrito se usaron las entrevistas aplicadas a los niños, éstas se hicieron al finalizar el año escolar.
Metodológicamente, se hizo una entrevista abierta, con la intención de llegar a percibir la percepción que los niños tenían de la matemática. Aplicada la entrevista nos dimos a la tarea de armar una trama, con sus entramados, que dieran una idea clara de cómo veían la matemática los niños de 6º. Grado. La trama y el entramado son categorías metodológica de la hermenéutica de Ricoeur. De este modo suponemos que el titulo de esta parte del trabajo, tendrá que dar cuenta de esa trama, mientras que las tres categorías de análisis, el entramado, podrían desplegar esa trama. Al final quedaría claro el modo en que los niños habían asumido la matemática. Desde luego todo esto, está guiado por el marco teórico, que aun cuando no es determinante, si desempeña un papel importante en la anticipación de la trama.
Cierto que los nuevos libros de matemáticas de sexto grado, al menos tenemos en nuestras manos la quinta reimpresión editada en el 2000, que funciono en el ciclo escolar 2000-2001, son buenos. Pero en este sentido cualquier libro es bueno, como afirmaba Plinio: “no hay libro, por más malo que sea, que no contenga al menos algo bueno”. Sin embargo no es este el sentido a discusión. Pues se decía, según nuestro hipotético interlocutor, que los nuevos libros de matemáticas parecen sugerir una enseñanza en el sentido de descubrimiento. Pero este sentido sólo se alcanza si se cubren los requisitos enunciados antes. Veamos si es así. En la página 7 del libro mencionado, ciertamente se apela a una experiencia infantil, y que conste que no metemos ruido con el debate del género, para de ahí plantear una pregunta, luego viene una indicación interesante: “reflexiona y comenta con tus compañeros”. Dos dudas nos asaltan de inmediato: (a) ‘reflexiona’, no reflexionen en grupo, reflexiona como una tarea en solitario, el prejuicio de que las matemáticas se aprenden en la soledad de la conciencia de cada uno, no en el diálogo crítico que solo funciona si es grupal, pero aun si la indicación dijera ‘reflexionen en grupo’, no cargaría el significado de diálogo crítico, porque la reflexión es solamente el reflejo de una serie de ideas que como tal tienen que converger, dando cada cual su ‘opinión’, y si en la indicación se hablara de diálogo critico, nos preguntaríamos si hemos formado profesores con esta habilidad; (b) ‘comenta’, no discute o dialoga, comenta como cuando vas de paseo y te sale algo espontáneo que comentar, no expón tus razones, tus mejores razones y tus mejores evidencia para respaldar eso que dices, solo comenta como cuando se te pregunta acerca de lo que crees. De estas dos dudas no surge una pregunta: ¿no es más bien, de nuevo, un forma de enseñar en su uso magisterial?. Esta pregunta se responde con un si. Y lo probamos en la página 9. Ahí, después de sugerir una serie de actividades, que suponemos que los niños deben de responder o hacer cada uno por su parte, la indicación dice que así debe ser, se plantea la siguiente indicación: “compara tus respuestas con las de tus compañeros”, ya no reflexionar, solo poner una respuesta junto a la otra, pero aún cuando se sugiriera el diálogo crítico nuestra pregunta seguiría sin responderse.
¿Cómo sería posible una enseñanza crítica para la enseñanza de las matemáticas? Creemos que este problema admite respuesta.
2. De las percepción de la matemática por los niños: el lado oculto de lo que los niños llaman “dificultad matemática”
En esta parte, se expondrá un análisis de lo hallado en el trabajo de campo. Nuestros hallazgos nos llevaron a una concepción que podemos llamar “dificultad matemática”. Esa concepción se desplegó en tres diferentes categorías de análisis, una de ellas son los llamados “prejuicios sobre las matemáticas”, que los alumnos terminan por encarnar. La segunda categoría la llamamos: “la actitud ante las matemáticas”, que se manifiesta en la forma en que los alumnos asumen los conocimientos matemáticos. Una tercera categoría es “el trabajo en solitario”, como la imagen de genialidad, ella se mueve entre los prejuicios y la actitud hacia las matemáticas.
2.1. Acerca de los llamados “prejuicios” en el aprendizaje de las matemáticas.
En el presente apartado se devela lo que son los prejuicios que los niños tienen ante los conocimientos de las matemáticas, los cuales han marcado un tipo de pensamiento en ellos. Uno de los prejuicios más recurrentes es el de que “para aprender matemáticas hay que poner atención, y echarle ganas”, los alumnos enfatizan este prejuicio para marcar la dificultad, puesto que no alcanzan a percibir que esta llamada dificultad no es como ellos la perciben, sino que es la que les han hecho creer a cada momento, desde el modo en como el docente explica los contenidos matemáticos, y cómo en el proceso les enfatiza a cada momento que las matemáticas son difíciles y que tienen que poner toda la atención, además de que deben estar completamente callados y hacer los ejercicios como se les indica, como si no existieran otras formas de resolver los problemas o los ejercicios, lo que lleva a una sola manera de pensar y hacer las matemáticas.
Lo anterior, puede evidenciarse en lo que sigue:
No.“Mi problema con las matemáticas es cuando, sí sé una operación, pero no la hice correctamente, y me hacen burla porque lo hice mal. Cuando explica la maestra y dice: ¿me entendieron?, y le decimos que sí, luego nos dice que hagamos el problema, y como no entendimos, luego nomás lo hacemos porque sí”.
Algo que también genera prejuicios, es la concepción de que la matemática no admite errores, pues cometerlos lleva a la exposición de la burla a quien los comete. Pareciera existir cierta neblina en la solución de problemas matemáticos, generada por la negativa a la exposición a la burla de quien no entiende, y pese a no entender, aún así tiene que resolver el problema. Resulta sintomático que la burla parezca articular una serie de prejuicios hacia la matemática. Lo que resulta aún más problemático es que se asuma como condición natural este prejuicio. Ya instalados en él sólo nos queda una alternativa: o enfrentamos la burla y nos atrevemos a cometer errores hasta aprender ó nos atrevemos a responder con un no a la pregunta de sí se entendió. El problema es que la alternativa no aparece ante quienes viven el prejuicio como condición normal.
En este sentido, puede verse que:
No. “A veces estudió bien, y creo que ya estoy preparado para hacer algún examen, pero a veces siento que no puedo, porque estoy nada más un poco preparado, porque no podré sacar buenas calificaciones, creo que debo de tenerle paciencia a las matemáticas y no debo tenerle miedo, porque si lo tengo entonces nunca me podré superar.”
Centralmente el prejuicio más aterrador es el examen de matemáticas, parece que todo gira alrededor de esta examen: prepararse, angustiarse, sentir miedo, resultar no estar preparado adecuadamente. El echo de hacer un examen de matemáticas, nos lleva a la parálisis. Esta serie de eventos empiezan a tejer una densa red que nos crea prejuicios, impidiéndonos aprender. Entonces tenemos de hecho, dos frentes de batalla: la red que hemos indicado y los miedos y angustias que resultan en un no poder hacer un examen.
Lo mismo sucede para el caso del fenómeno del miedo, que lleva a no entender y no aprender:
No. “Cuando la maestra esta explicando los ejercicios de matemáticas, no le entiendo y a la hora de hacer los ejercicios no los hago porque no le entendí, y cuando la maestra va a calificar pienso que me va a reprobar. Creo que debo ponerle más atención a la maestra cuando este hablando o explicando para entenderle , pues así podré hacer bien el trabajo y no me regañen.”
Si el miedo antecede a la explicación, eso nos lleva a pensar que los niños en general difícilmente aprenderán, justificándose con un “no le entendí”. Esta frase remite a la parálisis de la razón, de por sí paralizada en las formas de explicación. Pues explicar tiene como contrapartida a alguien que pasivamente oye lo explicado, y como no hay juego de razones, entonces la llamada explicación termina por funcionar como un modo de entrenamiento, pero incluso esto falla cuando esta en medio el miedo a reprobar, a ser evidenciado, o marcado como incapaz para las matemáticas. En conclusión lo que tenemos es un círculo vicioso al que no se le encuentra un lugar desde el cual romperse.
Para concluir con esta categoría exponemos algunos resultados provisionales. Un primer resultado, que debe quedar claramente anotado, es que la dificultad para aprender matemáticas, no es lo que los niños perciben de ella, sino que es la que los profesores, y el medio ambiente social en general les han hecho creer. El segundo resultado enfatiza la individualidad en el aprendizaje de las matemáticas la ausencia de algunas habilidades mínimas para este aprendizaje. Un tercer resultado el mito de que las matemáticas, no admiten errores en la solución de sus problemas, sólo cuentas los aciertos. Si se cometen errores entonces emerge la burla, esta se vuelve una condición normal, que termina por hacerse un prejuicio. Un cuarto resultado nos hizo ver que la vida de los niños gira alrededor del examen de matemáticas, tan central se vuelve en su vida que termina por crear una parálisis en la conciencia que hace que los niños reprueben casi automáticamente. Esta serie de emociones, centradas en el examen, llevan a resolver los problemas como de modo intuitivo: el resultado que salga es bueno. Finalmente entonces se crea una atmósfera de miedo, que enrarece al ambiente del aula, llevándolos a no entender y no aprender. Junto a esta atmósfera se articula la explicación del profesor, que no es sino un modo de entrenamiento, pero quien con miedo se entrena, desde luego que no aprende.
2. Entre actitudes te veas: no hay que ser apto para aprender aun en la más difícil disciplina.
Nos guiamos por la tesis de que las matemáticas no requieren de una aptitud especial, pues de aceptarla nos veríamos ante el hecho de que entonces no se aprende por carecer de estas aptitudes. Ello solucionaría cualquier posible problema en este campo. Pero si es cierto que hay una multitud de actitudes que hacen que aún los más aptos no aprendan, entonces los problemas se nos viene en cascada.
Al final ha quedado marcado todo un grupo: los que tienen aptitudes triunfarán en la vida y los que no la tienen fracasarán. Son la mayor parte del grupo quienes no la tendrán, por ello sólo un alumno por grupo es el que hace el examen en representación de un estado de la República. La mayor parte de los niños caerán en esa especie de ‘desilusión de sí mismos’, fenómeno que abarca incluso estados completos: “el estado con mayor aprovechamiento en matemáticas...”, los otros estados serán los ‘desilusionados de sí’. Lo que nos lleva a asumirnos como un país no apto para pensar formalmente, pero buenos en el sentimiento, buenos poetas o músicos. Como si la poesía y la música no implicara a las matemáticas. Desilusión de sí, por una marca que no se ha detenido a pensar en la irracionalidad con la que hace las marcas: no es cuestión de aptitud, sino de actitud, lo que nos lleva a la reprobación matemática.
Ello nos exige ofrecer las pruebas de lo dicho, lo que sigue se responsabiliza de esto, por lo menos, otra vez, en el nivel de lo empírico.
Ante una serie de preguntas, esto es lo que se recoge:
M. ¿ Cómo percibes a las matemáticas?
No. “Me dan miedo, me siento inseguro, cuando no le entiendo a lo que la maestra nos explica y entonces siento miedo y creo que hasta me siento que no se hicieron para mí, porque son difíciles.”
En lo que dice el niño puede leerse la impotencia ante una asignatura que provoca no sólo miedo y terror, sino inseguridad. Sentirse inseguro nos lleva a sentirnos ante un espacio difícil de transitar. La dificultad para transitar ese espacio no esta dada por el espacio mismo, sino por aquello que nos deja perplejos ante este espacio, perplejidad que se convierte en impotencia, como un modo de no saber que hacer, de distancias incalculables, como cuando expresa “no son para mí”. En este sentido la impotencia creada hace que una actividad que usamos cotidianamente en nuestras vidas, se convierta en una cosa misteriosa. Como si al caminar no tuviéramos la conciencia de la distancia y de la suma de estos espacios, de la resta de los mismos, y ellas en sí mismas ya son operaciones matemáticas. Entones las matemáticas, que forman parte de nuestra vida, al crear en nosotros la impotencia, terminan por parecer distantes de la vida diaria.
Desde luego que esta actitud, no es algo que la naturaleza de la matemática exija, pues el pensamiento matemático se ha desarrollado en la confrontación, el diálogo crítico y la exigencia de las mejores razones. Que nos lleva a pensar que la matemática se aprende en comunidad. Desde esta perspectiva resulta extraño que el egoísmo parezca formar parte de la naturaleza matemática. Pues como los niños dicen, quien aprenda matemáticas será el que reciba los premios, entre ellos el de ser inteligente. Este título marca a quien le es aplicado, pero lo marca en el sentido de hacerlo egoísta. No es que los niños sepan que en la vida triunfan los que aprenden matemáticas, eso se lo hacen creer sus docentes, sus padres y los adultos en general.
Las múltiples formas de vivir el fracaso matemático, pueden resumirse en la actitud de desilusión de sí mismo. Esta actitud implica la desvalorización del niño que le lleva a la expresión no sirvo para la escuela, como sí él fuera un objeto de uso en la escuela o tal vez la frase refleja lo que la práctica docente realmente hace de él, si en la clase el niño no es tomado en cuenta, queda entonces que éste sea un objeto entre otros objetos en el salón. Desde luego la desilusión no es total, sabe que en alguna parte aún puede ser útil. Como si en ese lugar, y haga lo que haga la matemática le pasa de largo. En este sentido el “voy hacer las tortillas” es el reclamo de quizás sea para lo único que sirva. Sin embargo curiosamente en dibujos que hicieron posteriormente reconocen que para hacer buenas tortillas deben saber calcular la cantidad de maíz, cal, agua, tiempo de cocción, y la cantidad de masa a usar para hacer tortillas. La otra contradicción aparece cuando habla de no poder hacer las tareas, y en su lugar “inventa números”, pues hacer esto implica conciencia de estar trabajando con números que son elementos básicos de la matemática, en este sentido suena extraño que por un lado se diga “no poder trabajar con números”, y por otra se hable de ellos con la conciencia de su uso. Sin embargo de esta contradicción el niño no se hace consciente, esta incapacidad lo lleva a volverse desilusionado de sí mismo.
2.3. El trabajo en solitario: la parte mítica de la famosa genialidad de los alumnos.
El trabajo en solitario es una actitud que día con día se ha ido fomentando en las escuelas, formando parte de la disciplina matemática con la cual hay que abordar los temas que son impartidos por los docentes, donde los alumnos se ajustan a dicha disciplina.
Esto tiene que ver con las medidas de seguridad que el docente debe tener para comprobar que realmente los alumnos resuelven solos los ejercicios matemáticos y que por lo tanto son capaces de enfrentar, o no, un examen que les permita tener el ingreso al siguiente ciclo escolar. El trabajo en solitario, por un lado oculta las capacidades de los alumnos, en tanto que no dialogan, no comparten con el otro y además no muestran sus dificultades ante la problemática presentada. Tampoco demuestran sus dudas, cosa que les permitiría acercarse de mejor manera al conocimiento y no solo a la mera solución de problemas, sino también a su comprensión. Básicamente la idea que se tiene de las matemáticas es su complejidad, y si a ello se le suma la individualidad, se hace de ella una materia compleja, sólo entendible para aquellos alumnos que tienen la facultad de ser geniales, y que lo demuestran obteniendo buenas calificaciones o bien siendo los primeros de la clase, y además son etiquetados por los docentes de esa forma y legitimados por los otros niños a los cuales no se les concede genialidad.
¿Qué provoca el trabajo en solitario como imagen de genialidad? Lo que provoca es que los alumnos asuman que el hacer las tareas de matemáticas en solitario les demuestra a ellos y a los demás, primero que son buenos y geniales en cuanto a dicha materia, y luego esto los lleva a mantener actitudes de egoísmo y competencia.
Lo anterior puede mostrarse del siguiente modo:
M. “¿Cómo piensas que se deben resolver los ejercicios y problemas matemáticos?”
No. “A mí me gustan mucho las matemáticas, por eso soy el mejor de mi salón, casi no me gusta trabajar con mis compañeros porque no saben casi nada de matemáticas, y mejor trabajo solo, así ya se que si saco diez es sólo mi calificación y no tengo que compartirla o decir que saque diez gracias a mis compañeros, bueno lo que pasa es que los maestros siempre me han dicho que soy bueno en las matemáticas por eso casi siempre paso con puro diez, en todos mis años de la escuela. Me gusta hacer los exámenes como nos dice la maestra a solas y también los ejercicios, para mí es mejor, aunque también los ejercicios los hago con uno de mis compañeros, pero sólo cuando la maestra nos dice cuando no mejor los hago solo como me gusta creo que así se aprende mejor y así no me copian mis compañeros”
Desde luego, no es una razón misteriosa que haya niños que sean buenos en matemáticas, pero el que lo sean no los hace excepcionales, o que tengan una mente brillante. Con ello no queremos decir que no haya niños brillantes en esta disciplina, pero si los hay constituyen una excepción más que la regla. En este sentido la tasa normal de niños de sexto grado, puede verse con inteligencia promedio, pese a ello hay niños que llegan a destacar, sin que por ello surja esa razón misteriosa. Desde nuestra perspectiva, lo que sucede es que estos niños son los que más rápido se impregnan de las reglas que operan en la enseñanza de las matemáticas. Lo bueno de hacerlo es que les permite transitar por el aprendizaje matemático de modo más fácil, en relación a los otros niños. Lo malo es que la mayor parte de los niños no asimilan las reglas, y además tienen la imagen del niño exitoso, lo que les impide aprender. Estos niños tienen dos barreras, una son las reglas que no pueden asimilar y dos tienen la imagen de los niños exitosos. A su vez estos niños incorporan el mito, de que aprender matemáticas sólo es posible si se trabaja de modo solitario, porque ello les da la imagen de genialidad. Esta actitud, de genialidad, marca la imposibilidad de los demás niños. Además de que ella va marcando formas de trabajo competitivas que terminan por discriminar al resto de los niños.
Conclusiones
En suma, tenemos el siguiente dilema, o bien las matemáticas sólo las pueden aprender aquellos que son inteligentes, o bien cualquiera puede acceder a ella, siempre y cuando se esfuerce lo suficiente. El énfasis, de donde parte la anterior tesis, se da en el hecho de que solo algunos son capaces de obtener excelentes calificaciones en los exámenes de matemáticas. Esto, nos lleva a un nuevo prejuicio en las matemáticas: a éstas hay que tenerles miedo porque son difíciles, a veces incluso imposibles para algunos, sobre todo en relación a su comprensión y entendimiento, como en la solución de operaciones determinadas, o en la resolución de problemas matemáticos. Pareciera que sólo pueden resolver estas operaciones y problemas aquellos que son más inteligentes, esto marca a los otros niños con la etiqueta de ser los burros del grupo, lo cual les va creando el mito de la dificultad en matemáticas, y poca creencia en ellos mismos. Otro prejuicio es que quien no sabe matemáticas reprueba el ciclo escolar, aún cuando en las demás asignaturas sea excelente, y quien reprueba es que no sabe matemáticas, como si el saber escolar se centralizará exclusivamente en los conocimientos matemáticos imposibles de resolver, comprender y aplicar en su vida diaria, lo que crea en los niños fantasmas académicos imposibles de derrumbar, desarrolla inseguridad y falta de confianza en sí mismos.
Podemos concluir con la siguiente tesis de trabajo: hay un énfasis en la mecanización para la resolución de operaciones y problemas de la matemática, pero hay un total descuido en el desarrollo del pensamiento matemático, al menos en el sentido en que se ha definido en la primera parte de este trabajo. Esta es, desde luego, la explicación de ese lado oculto de lo que la cultura escolar llama ‘dificultad matemática’.
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